Hoy os voy a contar unas cuantas anécdotas de Ryanair en el viaje a Roma:
Como ya sabeis se trata de mi compañía "favorita". Te tratan como un número, sin ningún tipo de atención especial. A cambio te llevan a un montón de sitios por un precio muy competitivo. Lo que más me gusta de "Ryanair" es que viajar con ellos se convierte en toda una aventura desde el momento en que llegas al aeropuerto.
Hace unos meses os conté unas aventuras con esta compañía. Ahora os cuento algunos detalles que pude percibir pues para mi es todo un placer observar como se desarrollan los acontecimientos en un viaje con ellos.
Para empezar me encontraba en la cola de facturación del vuelo a Roma. Llevaba una maleta grande, (60 € me costó llevarla, menuda clavada). Pero era un mal menor pues mi mujer pensaba hacer compras en la "ciudad eterna" y la llevaba prácticamente vacía. Delante mío había una señora que era la primera vez que viajaba con "Ryanair".
Su maleta era pequeña. Le comento que puede subirla a la aeronave y que no hace falta que la facture. Me dice que está allí para que le den la tarjeta de embarque. Mi mujer le dice que no se la darán ya que no le van a asignar asiento pues no existe esa posibilidad. Concretamente le dice: "el avión es como un autobús". La señora nos mira horrorizada y nos pregunta: ¿Quieren ustedes decir que tendremos que ir de pie como en un autobus urbano?
Me imagino la escena y contengo la risa. Estoy seguro de que lo han pensado en "Ryanair" pero por seguridad no les han dejado. Le aclaramos el tema, le decimos que no se tiene que agobiar, que el avión tiene asientos, (ella se había hecho la imagen de que no había asientos para nadie), y le insisto en que no se demore en llegar al embarque con suficiente tiempo, salvo que haya pagado por el embarque prioritario, si no quiere ir subida encima del ala. Una vez aclarado el malentendido nos echamos unas risas los tres.
El avión se demora más de una hora. Al menos esta vez no nos introducen en la aeronave y nos llevan como a ratones. Durante la espera la gente no duda en tirarse al suelo en la cola. Algunos se sientan, otros se estiran, la mayoría turistas mochileros. Algunas parejas se arrullan. Unos italianos vestidos de traje italiano, (¡que tipos tan impecables!) se mantienen erguidos y serenos. Pienso en la ancestral elegancia italiana. Algunos niños corretean, otro lloriquean. Algunas chicas consultan guías de Roma. Estoy tentado de empezar a hacer fotos a toda esta escena coral, pero desisto, pues me arriesgo a parecer un reportero del National Geographic. Al fin, nos embarcan por finger con lo cual no hay carreras hacia el avión, un alivio.
Una vez estamos en vuelo hacia Roma, todo se desarrolla con normalidad. Es decir, machaque publicitario, lotería Ryanair, bebidas pagando...El vuelo se presume corto, una hora y media, y cuando llevábamos 45 minutos un tipo que llevaba todo el rato con un portátil abierto mirando fotografías lo cierra, se levanta y agarra una bolsa de plástico. Dentro observo que tiene comida. Son las 19:30 y creo que se dispone a cenar. Ante mi sorpresa la emprende con frutas y verduras que tiene en dicha bolsa. Se tira 20 minutos comiendo puerros, zanahorias, manzanas... Una escena curiosa como poco. No puedo evitar preguntarme como ha conseguido pasar toda esa comida por el control, pues a mi juicio está claro que en las tiendas del aeropuerto no se las han vendido. El tipo engulle sin parar, se le nota que es su hora de cenar y no piensa retrasarla. Una vez termina recoge todo lo que le sobra y vuelve a guardarlo en su maleta. Ummmm, interesante, ¿tráfico de verduras? ¿Serán los puerros una sustancia psicotrópica?...
Al lado nuestro viaja una chica italiana, lo se porque llevaba la "Carta de identità" en la mano. También lleva un bolso Gucci y unas Ray Ban, ambos de imitación, es decir, del "top manta". (Lo del bolso lo se porque me lo apunta mi mujer, que conste). También lleva un iphone, imagino que iphone falsos de momento no hay, pero todo se andará. Mientras viaja se entretiene haciendo crucigramas en italiano.
Al otro lado del pasillo, un tipo con pinta de intelectual,(camiseta a rallas con colores desgastados, barbita de una semana, pelo rizado melenoso, gafas de pasta), se entretiene leyendo. El sujeto se descalza, deja sus pies al aire y nos obsequia con una buena sesión de olor de pies. El tema no me deja indiferente pues mi olfato es de sabueso y más desde que dejé de fumar. No me atrevo a decirle nada, y me dedico a comer chicle de menta extrafuerte con verdadero ahínco. Así logro engañar un poco a mi pituitaria. Terrible. Este no es italiano, este es de los míos. Lo sé porque va leyendo "Vida privada" de Josep Maria de Sagarra. Pienso en la degradación de la burguesía catalana de principios del siglo XX, aunque en esa época nadie se descalzaba en ningún sitio. Luego en algunas cosas hemos ido a peor...
Una tipa de la fila de delante exclama que está viendo Sicilia por la ventanilla. No puedo evitar pensar que se equivoca. En la ruta hacia Roma no se deberia pasar por Sicilia, pero con "Ryanair" nunca se sabe. Aún así miro por la ventana cuando la chica italiana me deja con talante italiano. Me queda claro que no es Sicilia, es demasiado pequeña y no tiene ninguna montaña visible. Tengo ganas de preguntar a la "azafata" pero me tiembla el pulso no sea que me intente vender algo.
Aterrizamos sin más novedad. Roma Ciampino. El aeropuerto es decadente, pequeño, antiguo. Pero ya estoy en Roma, o casi. Está anocheciendo. Sonrío. Me encanta "Ryanair". Es todo tan cutre...
¿Y a vosotros qué os parece?
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